¡Tengo un colibrí! dijo la flor.
Me envuelve con su fino pico y su hiriente lengua.
Me sacude con el batir incansable de sus alas. Palpito en su apurado corazón. Duermo sobre las alturas de su bosque.
Yo, flor, descanso en la brillantez cegadora de sus plumas.
Mi colibrí se lanza sobre el campanario de mi cuerpo. Deshoja los pétalos de mi carne. Me inventa una canción con la música de sus ojos fijos y la fiereza de su vuelo.
Recorre el jardín.
Entra y sale entre las veredas floridas, buscando el abismo de las hieles de la miel.
Muere y nace en el mundo escarchado de mi polen.
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“I have a hummingbird!” said the flower.
He wraps me in his fine beak and his wounding tongue.
Shakes me with the tireless beating of his wings. I pulse in his rushing heart. Sleep on the heights of his forest.
As a flower, I rest on the blinding brightness of his plumage.
My hummingbird hurls himself against the bell tower of my body. Rips petals from my flesh. Invents a song with the music of his unblinking eyes and the fierceness of his flight.
He flies through the garden.
Comes and goes among the flowered paths, searching for the abyss of bitter honey.
He dies and is reborn where frost falls, covering the world of my pollen.
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Me he pasado, cargando cicatrices porque sí. Ellas son los besos cortantes que buscan la carne suave de mi espalda, roja carne, verde carne, carne, lechosa carne, sangre granulada, viva sangre, caudal contento en lo calado, herida de machete en la herida, vida purificada desde toda entraña.
Por los siglos de los siglos, indio-esclavo moribundo, renaciendo entre las púas.
Agradezco la tortura. Nací sumiso, plantado en el camino. Desde aquí, bendigo cada golpe. Soy humo vital que regresa por su historia en el chorrear amargo de mis felices lágrimas para glorificar los cantos y oraciones en el altar de los templos donde una Dolorosa junta sus manos y Dios hecho hombre redentoramente expira.
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I’ve gone through life bearing scars, just because. They’re the cutting kisses that seek the soft flesh of my back, red flesh, green flesh, flesh, milky flesh, granulated blood, living blood, flowing with joy from each slice, machete wound within the wound, life purified at gut level.
Forever and ever a dying Indian slave, born again among barbs.
Grateful for the torture, I was born submissive, planted on the side of the road.
From here, I bless each blow I get. I’m vital incense, returning through history in the bitter dripping of happiness, my tears. I glorify the cantos and prayers on the altar of temples where Our Lady of Sorrow joins her hands and God made man expires to redeem us.
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